Tal vez

Te despiertas y bueno, eso, te despiertas. Abres los ojos y de cualquier modo tienes el presentimiento de que por fin hoy va a ser un gran día. Pero no. Te giras y ves que al lado derecho de tu cama falta algo, no hay nadie, no está. Como cada mañana recuerdas y te preguntas el porqué no está. Te das cuenta de que no vale la pena preguntar algo que nunca vas a saber. Te das cuenta de que no puedes hacer nada. Te sientes destrozado. Así que decides ocupar su lado de la cama aunque sea cinco minutos. Para estar menos triste. Para guardar ese pedazo de la cama solo para esa persona. Por si algún día vuelve. No sé. Quizá no. Quizá no vuelva nunca.  O quizá solo sea cuestión de esperar. Pero esperar duele. Y más si sabes lo que esperas.

Tal vez conozcas otra persona. Otra persona loca. Que sea capaz de entender tu locura y sea loca a tu lado. Tal vez tengas una cita pronto. Costará. Después de tanto tiempo, costará conocer a alguien. Tal vez tú y tu mente estén listos para hacerlo, pero el corazón no. Y te darás cuenta que todavía duele. Pero no tanto. Que ya falta poco para curarlo. Tal vez la cita salga bien. Tal vez sea un fracaso. Tal vez le hagas un chiste y no lo entienda. Ahí te darás cuenta de muchas cosas. Volverás a casa cansado pensando que hubiera sido mejor no haber ido. Llorarás. Te enfadarás. Te preguntarás porque a las personas buenas le pasan cosas malas y a las personas malas le pasan cosas buenas. La recordarás. Te repetirás en un tu cabeza una y otra vez que es lo que hiciste mal. Llorarás de nuevo. Pero esta vez llorarás de otra manera. De la peor manera que se pueda llorar. Llorarás sin lágrimas. Querrás salir de la mierda en la que estas metido. Lo intentarás. Verás que al fin y al cabo no todos los caminos llevan a Roma. Que si se puede, hay una salida. El corazón aun sigue sin repararse.

Tal vez viajes. Viajes a tu lugar de siempre. Entonces no será viajar. Será volver. Así que tal vez vuelvas. Vuelvas a ese lugar, donde una vez amaste la vida. Donde creciste y donde construiste la persona que eres hoy. Tal vez te reencuentres con algunas de tus ex novias. Quizá alguna te pregunte: “¿Dónde quedó aquel niño que sonreía tanto?” o te diga: “Como has cambiado.” No sabrás que decir. Sonreirás y asentarás con la cabeza. Notarás como te estás curando.
O tal vez puede que la veas algún día por calle. Tal vez la veas de la mano con otro. Tal vez la veas sola. O simplemente la veas feliz, eso te hará sentir mejor. Entenderás que por fin pudiste perdonar. Que todavía se puede empezar de cero y  que nunca es demasiado tarde para decir lo siento.

Y por fin lograrás sentirte bien. Con ganas de poder. Y podrás. Y te darás cuenta que pudiste. Porque después de tanto tiempo dejaste de ocupar aquel espacio de tu cama por cinco minutos. Pudiste entender que quien se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado. Lo conseguiste. Conseguiste olvidar. Conseguiste superar. Conseguiste aprender a no esperar nada de nadie nunca. Pero sobretodo conseguiste curar lo más valioso de ti. Tú corazón.

Marcel.


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