Lo mejor de mí, nunca fue mío

Lo que nunca te dije

Pensé que al escribir la primera estrofa de este texto no iba a llorar, no después de tanto tiempo, pensé que sería más fácil, pero es que ha sido empezar escribir y ya he visto como las lágrimas caían por mi cara.
 Hoy solamente vengo a decirte lo último que capaz leas de mí. Lo que nunca me atreví a decirte y lo que jamás pudiste entender en todo este tiempo.
 Al principio se me hacía imposible pensar que algún día estaría sin ti, para que te voy a engañar. Pero, supongo que el tiempo puso cada cosa en su lugar.
Creo que nunca pudiste entender las miles de veces que me fallé a mí para no fallarte a ti, las veces que preferí joderme a mí mismo antes que a ti te pasara algo, y es que yo te cuidaba, y lo sigo haciendo,  aunque tú no lo sepas y no te dieras cuenta, siempre lo hacía. Nunca te dije las noches que pasé llorando porque sentía que ya te habías cansado de mí, la cantidad de noches que soñaba contigo y que aun sigo soñando. La cantidad de noches que me daba vuelta en mi cama para encontrarte como un idiota y no estabas. Nunca entendiste como con un simple abrazo inesperado me hacías volar a otro planeta, o como se me iluminaban los ojos cuando veía un mensaje tuyo a media noche diciéndome que me extrañabas o que querías dormir conmigo. Que sensación más bonita cuando me mirabas y sonreías tímidamente, y como desearía verte haciéndolo ahora. Me hacías tan bien que era increíble la cantidad de cosas que eras capaz de generar en mí y no lo entendía. No entendía  como mi estado de ánimo dependía siempre de ti. Algo que nunca te conté es que siempre me fijaba en cómo te miraban los demás, estaba atento siempre y te puedo jurar que nadie nunca se atrevió mirarte como yo lo hacía.  En tus ojos, no sé, se puede decir que encontré miles de cosas cuando tu solo veías algo vacío.
Nunca me atreví a decirte que por ti me dejaría la cara con quien sea y a día de hoy aunque no seamos nada, me la seguiría dejando. No sabes lo perfecta que te veías en mi cama con una tanga, una camiseta mía y tú cara de enojada porque no te dejaba dormir, eras la reina de mi habitación. Lo que más admiré de ti era verte dormir. Muchas noches me hacía el tonto y fingía quedarme dormido solo para esperar a que tú te duermas y así mirarte como un loco hasta que me entrara el sueño. Suena raro pero me encantaba hacer eso. ¿Sabes por qué siempre quería dormir abrazado a ti? Porque tenía miedo de llorar y que lo veas, porque estar abrazado a ti rechazaba todo el dolor, abrazado a ti no era capaz de llorar, ya que era y sigo siendo un puto débil de mierda que llora por todo. O como cuando nos quedábamos hasta las cinco de la mañana hablando sobre cualquier cosa. De verdad, que poco dolía todo cuando te tenía a mi lado. Nunca me sentí tan seguro como esas noches. Aunque siempre sonaba un poco cursi, no te mentía cuando decía que tus labios eran los mejores que había probado, ni cuando decía que tenias el mejor cuerpo del curso o que eras la más hermosa, no lo decía para hacerte sentir mejor, era la verdad. Acariciar tu piel, jugar con tu pelo y dormir con la cabeza apoyada en tu espalda equivalía a tocar el cielo aproximadamente o como cuando me despertaba y te veía a mi lado, me sentía perdido pero a la vez me sentía feliz. Me aprendí cada parte de tu cuerpo de memoria y cada punto débil, y entendí que eras prácticamente perfecta y tú misma sabes que lo eres. Te miraría las veces que haga falta y te juro que no me cansaría. Y muchas veces lo hacía, te miraba y por dentro pensaba “¿De verdad encontraré a alguien mejor que ella algún día?”. Estaba muy jodido porque sabía de sobras cual era la respuesta. Por darte tanto me quedé sin nada, pero ¿sabes qué?  Me importó una mierda, te di cada pedazo de mí y aun así estoy orgulloso porque sé que te lo di a ti y a ninguna otra más.
Tampoco me atreví a decirte lo mucho que me costaba despedirme de ti siempre cuando me iba a de tu casa o cuando estabas durmiendo y me tenía que ir en la mañana a cambiarme a casa porque después había colegio, no sé, sentía como que no te iba a volver a ver más. Y a lo mejor ese era mi problema, que siempre tenía el miedo de perderte. Ojalá algún día entiendas la cantidad de puertas que fui capaz de cerrar por ti. Porque que eras tú, a mi las demás no me importaban, yo no quería a otra, y no lo vas a entender, ni tú, ni nadie, quizás si te vieras con mis ojos a ti misma sonreír desde la cama de mi cuarto, lo entenderías. Pero ya es tarde para entender. Tengo que admitir que me dolió mucho cuando te perdí. Es más, me dolió el doble, porque no solo te perdí a ti, sino que también perdí a mi mejor amiga, es decir, perdí a dos personas a la vez y eso fue peor que cualquier otra cosa. Lo siento por haber perdido la cabeza completamente por ti, por haberme enamorado en el final del camino, y que se entere todo el mundo, no tengo ni miedo ni vergüenza de decirlo. Y lo siento, lo siento por nunca haber tenido nada, aun así creo que siempre te lo di todo. Agradecido por hacer que tus besos me llevaran a otras partes, a esas dimensiones abiertas de las que hablé hace tiempo y por haberme hecho ver que no estaba solo.
Tres meses, un año o diez años. No sé cuanto tardaré en volver. Pero lo que te dije hoy lo dije con una mano en el corazón. Fui feliz a tu lado, así que no cuentas como error.
Supongo que siempre quedará el recuerdo que tú y yo algún día brillamos.
 4/8/2017

Marcel.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los besos

Tal vez